SOBRE LOS LIMITES

Les propongo en este espacio abordar una temática muy ardua y compleja, como son los límites. Los que quieran adhiéranse, para generar el espacio de discusión e intercambio de ideas. Hay temas, o tips para largar, pero espero su comunicación. Un saludo a todos, espero sus respuestas y deseos de trabajar en esto!!
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Hay un autor muy importante llamado Anselm Grün  Él es un sacedorte Benedictino y psicólogo. Quiero comentarles que la espiritualidad a mi entender trasciende todas las religiones. hay una palabra "Metanoia"

Metanoia (del griego μετανοῖεν, metanoiencambiar de opinión, arrepentirse, o de meta, más allá y nous, de la mente) es un enunciado retórico utilizado para retractarse de alguna afirmación realizada, y corregirla para comentarla de mejor manera. Su significado literal del griego denota una situación en que en un trayecto ha tenido que volverse del camino en que se andaba y tomar otra dirección.

Para Peter Senge captar el significado de metanoia, es comprender lo que significa aprender en relación con la metacognición. Es un cambio de enfoque, un cambio de perspectiva a otra, lo que a su vez está en relación con la percepción.

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En el acompañamiento nos confrontamos una y otra vez al tema del límite. Entre las personas que buscan ayuda, existen muchas que padecen por no poder establecer límites. Ellas no pueden decir no, sino que se encuentran bajo la presión inte­rior de satisfacer todos los deseos que les formulen. Piensan que deberían corresponder a todas las expectativas posibles de los demás. Tienen miedo de decir no, porque temen ya no sen­tirse pertenecientes, o porque creen que experimentarán re­chazo si se rehúsan a algo. Otras comen sin medida: no perci­ben su propio límite. Y padecen por no poder ponerse límites.

Otras, a su vez, han perdido la capacidad de delimitarse frente a las personas de su entorno. Sus límites se deshacen. De inme­diato perciben lo que sienten los demás. Pero no es positivo, de ninguna manera, ya que sus propios sentimientos se confun­den constantemente con los de los demás. Están expuestas a los estados de ánimo del entorno y permiten que éstos las deter­minen. A veces tienen incluso la impresión de que se desinte­gran. Viven desprotegidas. Quien analiza las historias de vida de estas personas, notará pronto que las causas de ello con fre­cuencia se remontan muy atrás. Las personas sin límites gene­ralmente han sufrido en la infancia la falta de respeto de sus límites. Tales experiencias lastiman a las personas afectadas. No sólo duelen, muchas veces también tienen consecuencias pro­blemáticas y efectos posteriores duraderos: todos necesitamos nuestro marco de protección. Un ejemplo es la madre que, sin golpear la puerta, ingresó al cuarto de su hija, en su ausencia buscó en los cajones o leyó su diario. Una y otra vez se da este caso: quien sufrió en la infancia tales lesiones a sus límites, a menudo tiene dificultades en sus relaciones durante toda su vida. Los ejemplos pueden continuarse. Todos muestran que nuestra vida únicamente puede resultar exitosa si la vivimos dentro de determinados límites.

¿Pero cómo resulta la vida de una persona, que siempre es una vida de relación? Sin la capacidad de delimitarse no es po­sible percibir la propia persona y desarrollar su personalidad. La simple mirada al sentido de la palabra lo indica: “persona” significó primitivamente “máscara”; esto es algo que sostengo frente a mí. Puedo tomar contacto con el otro a través de la máscara. El vocablo en latín personare, significa “sonar fuerte”. A través de mi voz, de mi habla, llego a la otra persona, y de este modo se produce el encuentro. Para que el encuentro re­sulte es necesario un buen equilibrio entre límite y violación del límite, protección y apertura, delimitación y entrega de sí mismo. Debo conocer mi límite. Recién entonces podré tras­pasarlo para acercarme al otro y encontrarlo, para palparlo en el encuentro y, probablemente, experimentar un momento de llegar a ser uno.

Visto de este modo, el encuentro siempre tiene lugar en el límite. Debo llegar hasta mi límite, hasta lo más exterior que me sea posible, para llegar al otro. Si el encuentro- resulta, los límites ya no son rígidos y divisores. Entonces los límites son fluctuantes, entonces en el límite y más allá del límite se llega a ser uno. El encuentro, sin embargo, no es algo estático sino algo que ocurre siempre en la ejecución viva. Después del en­cuentro, cada uno retorna a su ámbito, enriquecido por la ex­periencia del límite.
Para el escritor francés Romain Rolland, el tratamiento ade­cuado de los límites es, incluso, la clave determinante de la fe­licidad. El afirma que: “Felicidad significa conocer sus límites y amarlos”. En su óptica, se trata, por lo tanto, no sólo del arte de delimitarse o de conocer nuestros límites. También debe­mos amarlos. Esto significa que debemos estar de acuerdo con nuestra limitación, agradecidos por los límites que experimen­tamos en nosotros y en el otro. La clave de la felicidad radica en amarse en su propia limitación y también amar a los hom­bres con sus límites. No siempre resulta sencillo, ya que preferimos desarrollar imágenes nuestras de ilimitación. No obs­tante, para Romain Rolland es un hecho: quien se reconcilia con sus límites y se maneja afectuosamente con ellos, tendrá una vida exitosa y experimentará felicidad.
Muchos hombres padecen en la actualidad sobreexigencias, que pueden tener varias causas. Una causa reiterada es que las personas sobreexigidas y extenuadas no han observado su lími­te. Viven por encima de sus condiciones y en algún momento notan que han perdido su medida interior. Sin la medida correcta, la vida no resulta.

Pero también existen personas a las que les sucede otra cosa: de tanto delimitarse, no descubren su propia fortaleza y nunca crecen más allá de su propio límite. Al contrario: permanecen atrapadas en su estrechez. Decimos que tales personas son muy limitadas. No ven más allá de sus caras. Casi no resisten cargas. Son incapaces de expandir sus propios límites y los de su grupo, a fin de admitir una nueva vida.

Quien habla sobre el tema “límites”, siempre se confrontará, también con preguntas actuales. Últimamente se discute cada vez más el tema del abuso sexual, un problema tabú durante mucho tiempo. También aquí se trata de la no observancia de los límites. También nuestro propio cuerpo es un límite, y la distancia física, al igual que la cercanía, forman parte de nues­tra vida en la comunidad. La cercanía es siempre una expresión de confianza. Pero puede abusarse y lesionarse la confianza. Nuestra lengua conoce la formulación de que alguien “se Te acerca demasiado” a uno cuando se traspasan los límites. El abuso es, ante todo, la tentación de las personas que están en una posición más fuerte: padres, tíos, hermanos mayores, asistentes espirituales, terapeutas, médicos y maestros. Ellos no observan sus propios límites, como así tampoco los de las perso­nas que confían en ellos, y abusan de la cercanía y la confianza.

A la inversa, en el acompañamiento también encontramos personas que no quieren percibir nuestros propios límites. No pueden aceptar un no. Tratan, por todos los medios, de impo­ner sus puntos de vista. Y no quieren comprender que también nosotros tenemos límites que no deseamos extender constantemente.                        
También las cuestiones de la conformación personal de la vida se encuentran en un contexto político y social mayor: en un mundo en globalización, que cada vez "conoce menos lími­tes, evidentemente al hombre le resulta difícil respetar sus lí­mites. Por un lado, experimentamos qué liberador resulta cuan­do podemos viajar de un país al otro dentro de la UE, sin tener que someternos al antiguamente tan molesto y prolongado con­trol fronterizo. Por él otro, también experimentamos los peli­gros de la supresión de las fronteras. La identidad se vuelve poco clara. En virtud de las fronteras abiertas, los delincuentes tienen grandes posibilidades, y esto no sólo otorga una libertad adicional, sino que en muchas personas crecen el temor y la inseguridad.

En esta época de creciente aceleración y constante promo­ción del crecimiento, se modifica asimismo el modo de sentir la vida. Todo simultáneamente, todo ya y en todo momento. Esta es la ley fundamental secreta de una sociedad non stop, una ley según la cual muchos viven en la actualidad. Las personas corren sin pausa en busca de la felicidad, o de lo que ellas con­sideran que lo es. Nuestro tiempo padece de falta de medida y de límites. No sólo se lo nota en la vida privada, sino también con cada vez mayor frecuencia en el ámbito profesional, donde la presión en el entorno económico más complejo conduce a cargas crecientes que, a menudo, traspasan los límites de lo to­lerable. Muchos creen que pueden sobrecargarse más y más para probarse a sí mismos. O experimentan con dolor cómo sus jefes esperan de ellos cada vez más.

Para muchos tampoco existen ya los límites de tiempo. Todo puede realizarse simultáneamente. Al viajar, hablan por teléfo­no para informar a los demás en qué lugar se encuentran. Uno no se integra a lo exterior. Se dirige al exterior y, sin embargo, Quisiera continuar en contacto con su casa. Entonces los límites se entremezclan. Ya no traspasamos los límites hacia el ex­terior sino que los deshacemos. Esta ilimitación, cualquiera sea el contexto en que aparezca, no le hace bien al hombre. Con frecuencia, inclusive, lo enferma. Ciertos terapeutas opinan que la enfermedad de la depresión, que hoy en día aumenta con gran rapidez, es un grito de ayuda del alma frente a la falta de límites: la depresión obliga al hombre a retraerse sobre sí mis­mo. En cierta forma, busca protegerlo frente a la fusión.

Otra ilimitación se muestra en el consumo. Siempre debe existir más, todo debe estar de inmediato a nuestra disposición, en todo momento, ni bien sentimos la necesidad. Esto tiene una doble cara: si podemos comprar todo, es difícil experimen­tar un límite. Cada vez más personas se endeudan, no pueden fijar un límite en su consumo, hasta que, en algún momento, la montaña de deudas les pesa tanto que su vida les muestra nue­vamente los límites, tanto más dolorosos y estrechos.

     Las experiencias mencionadas durante el acompañamiento y nuestra observación de las condiciones de este tiempo nos han animado a abordar el problema de los límites. Hemos bus­cado experiencias de límites en la Biblia y considerado cons­cientemente el tema del límite en conversaciones de asistencia espiritual. Nosotros mismos nos hemos asombrado de la fre­cuencia con que últimamente nos ha aparecido este problema. Ni bien uno se sensibiliza frente a ello, aparece una y otra vez. No queremos escribir, por cierto, una exposición psicológica o social sistemática acerca del tratamiento de los límites, sino sim­plemente llamar la atención sobre algunos aspectos que nos han resultado importantes en nuestro trabajo, aspectos que ex­presan algo sobre nuestra situación actual y que, evidentemen­te, también pertenecen a la naturaleza del hombre. Las imáge­nes bíblicas y algunos cuentos que tratan de este tema nos ayu­dan a entender mejor las propias experiencias. Por este motivo, y para llamar la atención sobre ello, hemos incluido en los títu­los de los distintos capítulos unas palabras o un relato de la Biblia, En algunos casos hemos tomado el párrafo bíblico de la traducción latina de la Vulgata. Allí se habla a menudo del lími­te, cuando la traducción unificada emplea otras palabras e imá­genes. Tratamos de desarrollar las palabras de la Biblia y otros textos de la tradición de la humanidad como imágenes en las cuales surge el misterio del límite y de la delimitación.

Hemos elaborado este libro en numerosas conversaciones y lo hemos sometido conjuntamente a varios pasos de corrección de lo escrito. Cuando en el texto se dice “nosotros”, esto expre­sa que se trata de nuestra experiencia conjunta. Cuando apare­cen formulaciones como “yo”, “mi hermana”, etc., entonces se refieren al autor del texto: Anselm Grün. Las experiencias descriptas se refieren, generalmente, al acompañamiento de per­sonas. Ramona Robben acompaña a huéspedes individuales en la casa de huéspedes del convento de “Münsterschwarzach”, que realizan allí un retiro durante algunos días. El padre Anselm acompaña, principalmente, a los sacerdotes y personas de la orden en la casa “Recollectio”. En el texto no hemos indicado a qué acompañamiento se refieren los ejemplos. Y hemos trata­do de generalizar los ejemplos y modificarlos levemente para que no puedan reconocerse las personas afectadas. Conservar el límite de las personas que vienen al acompañamiento es su­mamente importante para nosotros. Por esta razón, no hemos .relatado tantos ejemplos concretos y sí hemos incorporado nuestras experiencias adquiridas a lo largo de un extenso perío­do de acompañamiento.



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