(Dr. Hugo O. Spañol, del libro "La enfermedad Emocional")
Los vínculos afectivos se darán por una respuesta
inicial instintiva, y se irán fortaleciendo a medida que aparezcan las
coincidencias morales, ideológicas, culturales, deportivas, expansivas,
etcétera. Cuantas mayores coincidencias se establezcan, más fácil resultará
ocupar tiempo en esa relación, favoreciendo su desarrollo. Sin embargo, una
amistad es una relación más profunda, y por ese motivo no resulta tan plural.
Frecuentemente se involucra en el concepto de amistad,
vínculos tales como compañeros, camaradas, cómplices, compinches, colegas,
correligionarios, etcétera.
Pero la amistad, a diferencia de otras relaciones, es
un vínculo parejo que se establece entre dos “virtuosos”. La “virtud” de cada
uno, será esa condición genética que le permita “admirar” al otro y a través de
una actitud recíproca, establecer el sólido vínculo de la amistad. No es
infrecuente en otras relaciones, reemplazar la admiración por la envidia, Y eso
puede ocurrir en alguna de las partes. El que admira elogia, el que envidia
critica negativamente; El que admira construye, el que envidia destruye; el que
admira, desea que el otro aumente sus potenciales; el que envidia, pretende
lograr los potenciales del otro. Esto ocurre porque el que admira “ama” (esa es
la virtud), y el que envidia “quiere”.
Si observamos el comportamiento de los niños, notaremos
que en algunos, ya se perfila ese sentimiento, resultando difícil el cambio,
debido a que el condicionamiento (sobretodo social), estimula a querer, a
poseer y no a dar.
La amistad, como todo vínculo parejo, está integrada
por dos partes que brindan comprensión, consideración, admiración y protección
en forma proporcional. Es factible encontrar casos en que un solo integrante posee estas capacidades y
la relación funciona de todos modos, esto se debe a que hay uno que aporta y
otro que recibe; el inconveniente se plantea cuando debe darse la relación
inversa. Estos casos no son normales, pero son comunes. Las otras relaciones no
son incorrectas, pero no deberíamos denominarlas “amistad”. Estos vínculos necesitan un entorno o
contexto (un barrio, un colegio, un club, una fábrica, una institución,
etcétera), lugares donde se formarán grupos con algunas afinidades permitiendo
tener buenos, regulares o malos compañeros, colegas, correligionarios,
etcétera. En cambio la amistad no necesita decorado porque se da desde el
interior de cada uno.
Para elegir un amigo, primero hay que poder serlo y
luego darse la circunstancia del encuentro.
Siento que ser digno de una amistad es lo difícil... Habrá que seguir librando batallas contra el egoísmo y la vanidad...
ResponderEliminarClaro que somos egoístas, vanidosos; entiendo que somos afectivamente inmaduros.... y mucho nos queda por madurar.
ResponderEliminarLo que también entiendo es que personas como vos (vos, sin dudas) y cómo tantos de los que aquí estamos trabajando estas cuestiones, "PREPONDERA" ese otro sentimiento de "admiración" y no el de "envidia", "PREPONDERA" sentirnos felices por los logros de los otros y no desear los potenciales ajenos.
Hay mucho que traemos en los genes, pero indudablemente hay mucho por trabajar, y que al darnos cuenta, del hecho de saber que NO somos perfectos y sí perfectibles, es lo interesante.
Gracias Chucho, comparto lo que decís en ésta hermosa frase, tan poéticamente y sencillamente expresada que haces, esto de "librar batallas".